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Hay que contar las buenas y las malas
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Lo que me pasó el sábado, me hizo acordar a lo que me dijo un compañero de trabajo hace muchos años, me dijo en voz baja: anoche gane a la quiniela 200 pesos, y en el mismo volumen de voz le conteste, cuando pierdas también veni a avisarme.
Este sábado salí temprano caminando con cámara en mano, más el trípode, mas mochila, con un sol radiante, en un determinado lugar del camino de ingreso, tenia dos opciones para tomar fotos, una a la derecha, unos 1500 mts. sin saber que encontraría, y la otra opción a la izquierda, a unos 200 metros, donde esta el arroyo que ingresa a la laguna, opte por este camino mas corto, no muy convencido, ya que al estar cortado por la sequía, el movimiento de aves mermo.
Llegue al lugar, me puse una blusa camuflada con capucha, coloque el trípode con la cámara al borde del arroyo, y fui a buscar una silla vieja que tengo entre los juncos, así espero las aves sentado, sin cansarme, y sin hacer tanto bulto entre los juncos, al momento de retirar la silla me atacan las abejas, no entendía nada, había mirado la parte superior de la silla por si estaba mojada por el rocío, lo único que atine fue a taparme la cara y retirarme del lugar, me hice en ese momento mil preguntas, donde estaban las abejas que no las vi, entre los yuyos no creía, ya que estaban húmedos, pensé donde conseguiría un equipo de abejas para recuperar mis cosas, lo cierto que me había retirado 100 mts. mate una abeja, otra que me siguió se voló, unos minutos después decidí regresar al lugar, tapándome la cara con la capucha, retire primero la mochila, y después vine por la cámara, al acercarme mas al lugar, vi. un grupo de abejas prendidas de juncos, donde estaba la silla, y debajo de la silla otro grupo de abejas, me retire con la cámara, y me fui al otro lugar que tenia como opción, logrando mejores fotos de cinco especies que consideraba difíciles, creo que todo fue una señal, de que no me convenía ese lugar, que debía ir al otro.
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