Elegir el destino es lo de menos, la organización que viene después, conseguir los hospedajes, el guía, la movilidad, etc. demanda mucho tiempo.
No menos tiempo lleva revisar las plataformas y libros de identificación para tomar un primer contacto con lo que uno puede llegar a ver en cuanto a aves.
Luego viene el ida y vuelta con quién será nuestro guía, mucho mas fácil con las nuevas tecnologías como el whatsapp para ir depurando la ruta según nuestras necesidades y su experiencia.
Y fue en ese ínterin, recorriendo plataformas de avistajes, que nos dimos con la posibilidad de ver al Águila Monera o Uiraçú, la segunda mayor rapaz luego de la arpía (el nombre oficial en castellano es Arpía Menor).
En uno de los lugares que pensábamos visitar había hasta hace unas semanas atrás un nido activo con un pichón, lo conversamos con el guía y nos dijo que era muy posible verlo, pues aunque hubiera abandonado el nido seguiría por un tiempo cerca de él esperando que los padres lo siguieran alimentando.
Llegados para pernoctar en el lugar, a la mañana siguiente no hubo mas que recorrer unos kilómetros de senderos y una vez llegado al punto donde se ubicaba el nido sentarse, esperar...y cruzar los dedos.
¡Y de pronto apareció! posando entre las ramas del árbol seco donde está su antigua morada, se quedó ahí por bastante tiempo, llamando de a ratos a sus padres, pero no apareció ninguno de ellos.
Cansado y tal vez acalorado, se alejó hacia un sector mas cerrado para perchar a la sombra.
Los individuos jóvenes tienen un plumaje mayormente blanco con alas más oscuras y los adultos son de color gris oscuro en la parte dorsal y blancuzco en la parte ventral con la cabeza y el pecho grises y el vientre barrado.
Pero en ambos estadios está presente el penacho bien visible, con una única pluma medial de mayor tamaño, lo que también la diferencia de la harpía que tiene dos.
A mano alzada, bastante recorte para acercar y revelado en Lightroom.
Muchas gracias por dejar un me gusta o un comentario en mis fotos!