Entre diciembre y febrero pasé 23 tardes calurosos en un escondite en un parche de tacuarales cerca de una fuente de agua, en un territorio del gallito overo, con la esperanza que iba a aparecer el enigmático gallito para un trago de agua. El gallito nunca vino, pero de paso sí pude fotografiar varias otras aves del ambiente, como este macho de Reinamora enana.