Van a tener que soportar algunas fotos mas de esta bellísima especie, el Tordo Amarillo.
Es que a pesar de estar con ellos poco poco tiempo para no molestarlos, la docilidad y el lugar me dio infinidad de posibilidades.
Los pichones que vimos ya eran volantones, casi del tamaño de adultos, pero los padres seguían trayendo a primeras horas el variado desayuno.
Aproveché una de tantas fotos para recortar y mostrar un retrato, con una oruga para la pichonada.
El lugar era una cuneta, con caraguatá y cardos, que debe haber sido el lugar de la nidada en meses anteriores.
El frente era algo extenso, tal vez 100 metros, por lo que no se podía estar en todos los lugares al mismo tiempo.
Era cuestión de elegir un punto, un posadero y esperar que la magia suceda.
A mano alzada, recorte para dejar el retrato y revelado en Lr.
Por razones obvias no ingreso en el mapa la ubicación real de donde tomé las fotos.
Les agradezco las visitas y me gusta en mis fotos!