Un punto blanco desde la ruta marcó la primera monjita, muy difícil de acceder con bastante barro y pastizal en la banquina. Luego por fortuna se acercó el otro integrante de la pareja a una distancia mucho menor y a pesar del fuerte viento que la hacia flamear se quedó un rato para que la pudieramos fotografiar. Lamentablemente el ángulo, el viento, la dificultad del lugar y la hora del día me jugó una mala pasada para poder lograr un color blanco mejor. Bastante recorte pero con la satisfacción de haber logrado obtener un registro de esta escasa especie en la provincia de Buenos Aires, según tengo entendido unas pocas parejas que quedaron desconectadas del resto de la especie que habita en el litoral.