No son tantas las veces en las que puedes observar a la naturaleza sin que ésta altere su comportamiento por nuestra presencia, pero la historia que tengo para compartirles fue una de ellas, sólo hubo unos pocos efímeros cruces de miradas, nada más que eso. De cierta forma estos zorros sabían que estaba ahí, pero sabían también que no era un peligro para ellos y continuaron con su cotidianidad.
Mientras yo permanecía inmóvil detrás del lente, enfrente transcurrían hermosas escenas de los dos cachorros asechándose el uno al otro y saltando por encima del pastizal para sorprender a su hermano con un ataque y hasta de vez en cuando la madre participaba de estos juegos de aprendizaje como maestra de estas perfeccionadas técnicas de caza.
Por un instante, la madre abandonó el campo y se acercó hacia la costa a beber tranquilamente un poco del agua del lago.
Sé que si me acercaba un poco más quizás las fotos serían técnicamente mejores, pero aveces es preferible disfrutar del momento!